Sin duda alguna, aquel que visita Roma por primera vez no puede volver a casa sin haber visto los lugares principales, aquellos de mayor valor artístico y por supuesto más famosos y turísticos. De este modo, no puede regresar sin haber entrado en la Capilla Sixtina, pisado la arena del Coliseo o haber tirado la moneda para regresar a Roma en la Fontana.
Es precisamente en caso de que se haya tirado esta moneda y se vuelva a visitar la ciudad, sin las prisas ni la “presión” de tener que realizar el típico circuito por la ciudad, cuando se puede dedicar tiempo a otros rincones escondidos, a otros ángulos de la ciudad en muchas ocasiones increíblemente fuera de las guías turísticas, o que en ellas ocupan un lugar no preferencial. Obviamente, el visitante puede decidirse a buscar estos detalles que nos ofrece la ciudad también en su primera estancia, que en multitud de ocasiones le dejará un sabor de boca mejor que si sólo se hubiesen dedicado a seguir la típica banderita del guía turístico.
El otro buco de Roma
Aparte de aquel del techo del Panteón de Agripa, existe otro buco, otro agujero en Roma, que probablemente sea el lugar más sorprendente de la ciudad. Elijo esta palabra, sorprendente, porque sorpresa es lo que verdaderamente experimenta el visitante que llega a ver lo que esconde el agujero de la cerradura de la puerta del Priorato de la Orden de Malta -en la plaza de los Caballeros de Malta-. Y como sorpresa que es, evidentemente no vamos a desvelar aquí de lo que se trata, por lo que tocará escalar el precioso Monte Aventino (el monte que se encuentra enfrente del Palatino, separados ambos por el Circo Máximo), en el que aprovechando el paseo se pueden visitar 3 pequeñas encantadoras iglesias como Sta. Sabina, San Eustachio y San Anselmo.
Deje de leer en este momento o continúe haciéndolo un poco más sólo si no es capaz de reprimir las ganas de obtener una pista acerca de lo que esconde este agujero: territorios de tres estados diferentes pueden ser vistos en un círculo de apenas tres centímetros de diámetro: Italia, Malta y…
El jardín de los naranjos
Siguiendo en el monte Aventino, podemos disfrutar en este jardín de las vistas más románticas de Roma. Presenciar el tramonto, esto es, el atardecer, sentado en el mirador, es una de las experiencias más relajantes de nuestra visita a la capital italiana. Después de un duro día de pasear por Roma, ver este espectáculo después de haber subido también a pie el monte Aventino es una recompensa inigualable.
Señalar también que los naranjos que allí se encuentran, y que obviamente dan nombre al jardín, disponen de naranjas dulces; recomendamos no tener grandes expectativas en cuanto al sabor en caso de decidirse coger una: hemos dicho que el jardín es recomendable por su belleza y sus vistas, no por la calidad de la fruta.
Quartiere Coppedè
El Quartiere Coppedè (quartiere en italiano quiere decir ‘barrio’) es el conjunto de edificios y palacetes, construidos a principios del siglo XX por el arquitecto florentino Gino Coppedè. Es una fascinante mezcla de estilos, desde el Estilo Liberty al Manierismo, pasando por el Art Decó. Lo que es seguro es que no deja indiferente al espectador que pasea por este pequeño pero sorprendente rincón de la ciudad. Especialmente llamativos son elementos como el arco de una de las entradas al ‘quartiere’ y el candelabro gigante de hierro forjado que cuelga del mismo, o la fuente de las ranas, en el centro de la placita central del mismo.
Como dato anecdótico diremos que ha servido como original ‘set’ para algunas películas italianas, entre las que se encuentran Inferno o L’uccello dalle piume di cristallo (El pájaro de las plumas de cristal).
Vecindario de Via del Pellegrino
Uno de los rincones más bonitos del centro de la ciudad es un pequeño patio donde parece que el ajetreo y bullicio del tráfico y de los turistas estuviesen a años luz de distancia. En efecto, cuando atravesamos el arco situado en la acera de la izquierda de la Via del Pellegrino, conforme nos alejamos de Campo dei Fiori, podemos divisar un vecindario de los de antes, de la Roma de hace mucho tiempo.
Dando un paseo por los callejones de la zona (Vicolo del Bollo, Arco di Sta. Margherita) encontrará otros rincones especiales, y seguirá respirando esta atmósfera de antaño, aunque muy probablemente quedará impresionado también por la suciedad y la sensación de descuido que presentan estos callejones y las fachadas de algunas casas.
Cripta de los frailes capuchinos bajo la iglesia de Sta. Mª Inmaculata
En vía Veneto, se esconde uno de los lugares más sobrecogedores de la ciudad. En efecto, es prácticamente imposible entrar a la cripta de los capuchinos de la iglesia de Santa Maria Inmacolata y no sobrecogerse, en el sentido más literal de la palabra: allí se encuentran cinco capillas enteramente decoradas con todo tipo de cráneos y huesos de más 4000 de estos frailes, formando lámparas, escudos…
Busque el siguiente mensaje en la última de dichas capillas:
«Noi eravamo quello che voi siete, e quello che noi siamo voi sarete»
«Éramos lo que vosotros sois, y lo que nosotros somos seréis»